En opinión de Walker una de las mejores estrategias para demostrar el valor de la formación es ligarla al valor del propio proyecto. Por ejemplo, si la formación supone el 10 por ciento del coste del proyecto entonces, presumiblemente, se le podría atribuir el 10 por ciento de sus resultados totales.

”Resulta útil integrar la formación dentro del proyecto porque, previamente, siempre se suele hacer el caso de negocio”, confirma Walker. “Este es el valor que vamos a conseguir o estas son las cosas que vamos a ser capaces de hacer como resultado de este proyecto”.

Para este directivo hay otros medios para medir el valor si los CIOs no encuentran un medio para vincular la formación a los proyectos. En su opinión, realizar encuestas de forma continuada a los clientes sobre el rendimiento de la organización TI, por ejemplo, puede dar buenos resultados.

”¿El departamento de atención al cliente ofrece un mejor servicio que antes de que los empleados recibieran formación?”, se pregunta Walker. “De todas maneras, la mayoría de las organizaciones TI hacen encuestas a los clientes. En ellas se incluyen preguntas dirigidas a averiguar si la formación está impactando sobre el servicio que se ofrece a los clientes. Después, se intenta seguir mejorando de forma continua porque es un proceso en desarrollo. De todas formas, parece que esta cuestión nunca está entre las 10 que más le preocupan al CIO” .

Walker entiende que muchas organizaciones determinan el valor de la formación mediante una “smile seat”. Es la expresión que utiliza Walker para designar las encuestas realizadas entre los asistentes a sesiones de formación para evaluar los resultados. Por ejemplo, les piden que puntúen el contenido y la presentación utilizando una escala del uno al cinco. Sin embargo, Walker argumenta que es demasiado subjetivo y no mide el grado de retención real. "Dos semanas después han olvidado la mayoría de lo que aprendieron”. 

Medir es el desafío

George Bock, Director TI en la empresa californiana Sole Technology, fabricante de ropa y calzado deporte, explica que medir el valor de la formación le parece interesante pero subraya que es un desafío. 

"Podría ser algo que me gustaría medir, pero no tengo ni idea de cómo hacerlo. Es parte del proceso de maduración de las TIs. Resultaría más fácil de hacer en las empresas más grandes y menos en las de tamaño medio que están “apagando fuegos” sin tiempo para planificar. En todo caso estamos haciendo enormes inversiones en infraestructura y ahora somos más capaces de empezar a ocuparnos de la formación que hace un par de años”, confirma Bock. 

Jim Prevo, CIO de la compañía Green Mountain Coffee Roasters, minimiza la importancia de medir el valor de la formación.
"Mientras crea que medir el valor es un plus, no pensaré que es un requisito”, matiza Prevo. “No me quita el sueño que la gente, especialmente los trabajadores de la industria TI perfeccionen sus conocimientos y aprendan nuevas tecnologías y técnicas. El éxito empieza con los objetivos y los valores expresados en la cultura corporativa. Si esa cultura valora de forma natural a los profesionales, entonces invertir en ellos resultará tan esencial como respirar”.