El papel de la queuosina en el organismo
La queuosina trabaja modificando la posición de bamboleo en los tRNAs correspondientes a cuatro aminoácidos: histidina, tirosina, aspartato y asparagina. Esta modificación es básica para que el código genético se traduzca correctamente y, de paso, contribuye a que las células tengan menos estrés oxidativo.
Lo interesante es que los humanos no sabemos fabricarla por nuestra cuenta. Dependemos tanto de lo que comemos como de ciertas bacterias intestinales para obtener este compuesto tan importante. La queuosina se encuentra principalmente en alimentos como la carne, los lácteos y aquellos fermentados. Además, algunas bacterias del intestino, especialmente las del género Bacteroides, poseen la habilidad de sintetizarla desde cero.
Antibióticos y cómo entra la queuosina en la célula
El uso de antibióticos puede tener efectos secundarios notables en nuestras reservas internas de queuosina. Incluso tratamientos cortos pueden eliminar temporalmente las bacterias que la producen durante varias semanas, lo que puede influir en aspectos como el estado de ánimo o el tiempo de reacción.
Durante años se sospechaba que existía un transportador específico para que la queuosina entrara en las células. Ahora, gracias a métodos modernos como la genómica comparativa y las eliminaciones con CRISPR, un equipo de la Universidad de Florida ha identificado el transportador SLC35F2 como el encargado de este transporte. Este transportador se encuentra en la membrana plasmática y en el Golgi, siendo clave para mantener los niveles adecuados de queuosina dentro de las células.
Efectos en la mente y su relación con el cáncer
Las investigaciones han señalado que la falta de queuosina puede afectar negativamente funciones como el aprendizaje y la memoria en modelos animales. Por otro lado, añadir queuine (la base de la queuosina) ha demostrado mejorar rápidamente estos problemas.
En el campo del cáncer, se ha visto que las células malignas tienden a reducir intencionadamente las modificaciones mediadas por la queuosina en el tRNA. Esta estrategia les ayuda a multiplicarse rápidamente a través de lo que se conoce como efecto Warburg. Estudios han comprobado que el aporte de queuine a líneas celulares cancerosas puede frenar de forma notable su crecimiento.
Dieta, bacterias y qué nos depara el futuro
La relación entre la alimentación, la microbiota intestinal y los medicamentos resulta compleja pero determinante para mantener niveles adecuados de queuosina. Por ejemplo, las dietas ricas en grasas y pobres en fibra pueden disminuir la producción bacteriana del compuesto. Además, el transportador SLC35F2 también se encarga de trasladar el fármaco experimental anticáncer YM155, lo que muestra cómo las rutas metabólicas pueden influir en algunas terapias médicas.
De cara al futuro, los investigadores tienen pinta de utilizar técnicas avanzadas de espectrometría para mapear cómo se distribuye la queuosina en el cuerpo con el tiempo y para profundizar en sus posibles funciones en el deterioro cognitivo o en la resistencia a ciertos tratamientos quimioterapéuticos. Incluso, es posible que pruebas sanguíneas sencillas permitan en un futuro adaptar planes de alimentación o suplementos a las necesidades de cada uno.
Según Kelly, uno de los autores principales del estudio, este hallazgo abre “un nuevo capítulo” en la forma en que entendemos la salud humana.